“Lorsque l'âme est agitée, la face humaine
devient un tableau vivant où chaque mouvement de l'âme est exprimé dont
l'impression vive et prompte devance la volonté, nous décèle et rend au dehors,
par des signes pathétiques, les images de nos plus secrés agitations.”[1]
Buffon, Histoire de l'homme.
Buffon, Histoire de l'homme.
Según la
omnireferenciada wikipedia (no siempre citada pero sospecho que casi siempre
consultada) “Kant determina que el juicio estético es siempre
bajo conceptos subjetivos”[2], idea
que ha permitido en el arte post-kantiano la convivencia de multiplicidad de
manifestaciones de las que somos testigos atónitos. Sin embargo, también es
propio del mundo del arte la búsqueda de unas normas universales que rijan, así
sea de manera muy general, el fenómeno
de la creación estética; desde los análisis de Kandisky hasta Harold Cohen y
Aaron[3] parece
existir una tendencia encontrar la fórmula, el algoritmo de la creación
estética, el algoritmo de la propia estética. Así mismo existen estudios sobre
la configuración de lo agradable y lo atractivo (que según Kant serían las
formas más bajas e impuras de juicio estético), todos estos son intentos de
encontrar la matemática detrás de lo inasible y cambiante del gusto[4]. En
realidad parece ser que desde que existe la fantasía maquínica existe la
fantasía de construir un reemplazo para las funciones del ser humano, desde los
autómatas descritos por Herón de Alejandría, hasta Asimo[5], pasando
por Deep Blue[6] existen personas empeñadas
en construir una máquina capaz de realizar las más complejas tareas humanas y
de alguna manera sobrepasarlas, ya sean estas tareas físicas o intelectuales
con fines prácticos o no. Ahora bien, ¿acaso todo este empeño no podría
imaginarse como un deseo humano de desembarazarse de responsabilidades?¿para
qué jugar ajedrez si una máquina puede aprender mil veces más rápido que yo y
derrotar al campeón mundial de ajedrez?¿para qué volver a pintar y lidiar con
los errores y la insatisfacción si un software puede hacerlo por mí y yo sólo
me dedico a filtrar lo que sirve y lo que no?... ¿para qué molestarnos siquiera
en escoger lo que es arte y lo que no?... ¿podría decir una máquina que algo le
gusta?... y si así fuera ¿cómo podría decirlo de manera efectiva?
Aaron/Harold Cohen, 0305-08. |
El movimiento del rostro es una manera eficaz de
comunicación, es la interfaz por defecto del ser humano, las otras se instalan
con el paso del tiempo; en todo caso, existe un trabajo muy interesante del
neurólogo francés Guillaume-Benjamin-Amand Duchenne, titulado Mécanisme de la physionomie humaine, ou
analyse électro-physiologique de l'expression des passions, en el que el
científico planteaba, entre otras cosas, que en las expresiones faciales, como
sistema de comunicación universal entre los humanos, se presenta una imagen
precisa de las ‘emociones del alma’ y que la fealdad física podría ser superada
o por lo menos atenuada por una ‘expresión’ bella, para demostrarlo decidió
estimular los músculos por medio de electricidad para comprender cómo éstos se
configuran para generar una expresión que transmita de manera ‘verdadera’ tal o
cual ‘emoción del alma’. Siguiendo con este orden de ideas, ¿qué mejor manera
de expresar la experiencia de lo verdadero en el arte[7] si no es
a través de la verdadera manifestación del alma?¿y qué obra de arte más
perfecta que la figura humana?¿y qué mejor manifestación del equilibrio entre
fondo y forma que la más verdadera manifestación visual del propio estado del alma? El rostro, un rostro
que juzga rostros… perdón, corrijo, un rostro que aparenta juzgar rostros.
La MAQUINA DE
GESTUALIZACION DE GUSTOS es una obra escultórica reactiva que simula la emisión
de juicios estéticos por parte de un rostro en látex que realiza gestos
rudimentarios gracias a un servomotor unido a puntos clave del rostro por medio
de hilos. Los juicios son emitidos gracias a una aplicación desarrollada en
Processing y que se vale de la librería Face Detect para analizar las imágenes
donde se encuentren rostros y emitir una señal de gusto o disgusto por medio de
la comunicación serial con el microcontrolador ATmega328 instalado en una
placa de Arduino, éste a su vez moverá un servo-motor que hará que una máscara
en látex manifieste placer o displacer a través de gestos simples, todos los
juicios de gusto se generan dependiendo de parámetros arbitrarios.
[1] “Cuando
el alma se agita, el rostro humano se transforma en una pintura viviente en la
que todos los movimientos del alma se expresan y cuya impresión se adelanta a
la voluntad, detectamos y exteriorizamos, por los signos más patéticos, las
imágenes de nuestras más secretas agitaciones.” en: Duchenne, Guillaume
Benjamin. "Mécanisme de la
physionomie humaine, ou analyse électro-physiologique de l'expression des
passions." Paris: Jules Renouard, 1862. Pág. 8 (http://www.biodiversitylibrary.org/item/106366/#page/294/mode/1up)
[4]
Con esto no sólo me refiero a la idea de bello que evidentemente cambia de una
cultura a otra y/o de una época a otra, sino también a la misma idea de lo
bello en el arte, o de lo que se considera arte en sí; vale la pena recodar,
sólo a manera de ejemplo, que hasta finales del siglo XIX la estatuaria
africana era considerada como monstruosa, horripilante y primitiva (esto último
se lo consideró hasta bien entrado el siglo XX) y bajo ningún concepto se
podría considerar Arte (con A mayúscula como diría Gombrich), opiniones
divergentes a las que se le podrían adjudicar a Picasso, Modigliani o Baselitz;
y desde hace ya varias décadas dicha expresión se ha ganado su capítulo, aunque
corto, en la Historia Universal del Arte.
[7]
Más sobre este particular en: Heidegger, Martin. El Origen de la Obra de Arte. 1950. (http://www.heideggeriana.com.ar/textos/origen_obra_arte.htm)
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