miércoles, 6 de febrero de 2019

Goolge Multivac y la extinción de los idiomas: reviviendo Las Torres de Babel




Inversement, quand Dieu leur impose et oppose son nom, il rompt la transparence rationnelle mais interrompt aussi la violence coloniale ou l’impérialisme linguistique. Il les destine à la traduction, il les assujettit à la loi d’une traduction nécessaire et impossible; du coup de son nom propre traduisible-intraduisible il délivre une raison universelle (celle-ci ne sera plus soumise à l’empire d’une nation particulière) mais il en limite simultanément l’universalité même :transparence interdite, univocité impossible.
Jacques Derrida. Des Tours de Babel. 1985




En los años cincuenta del siglo XX, el escritor de ciencia ficción ruso-norteamericano Isaac Asimov imaginó una supercomputadora llamada Multivac, que en el cuento El chistoso le otorga la imponente extensión de quince kilómetros1. En otra de sus historias cuenta que esta máquina “dirigía la economía de la Tierra y ayudaba a la ciencia”, además de ser “centro de actualización de datos acerca de todos los individuos de la Tierra”. A cambio de su información personal, cada persona de la Tierra “tenía al alcance una sucursal de Multivac, con circuitos donde podía presentar gratuitamente sus problemas y preguntas, sin controles ni obstrucciones, y recibir respuestas en cuestión de minutos”2. La comparación con Google es casi que inevitable3, de hecho hace ya nueve años Neil Fraser publicó un lúcido post llamado Google Multivac, en el que de manera sencilla hace la comparación de imágenes relacionadas con Google y citas provenientes en su mayoría del cuento Todos los males del mundo, al cual se hace referencia aquí también.

La Multivac4 (o las distintas Multivac) no ficticia domina, o pretende dominar, cada uno de nuestros comportamientos cotidianos, creando modelos predictivos que le permitan anticiparse a nuestras necesidades5, sumergirse en nuestra realidad6 y convertirse, más aún, en parte esencial de nuestra existencia, ayudándonos a administrar cada aspecto de nuestras vidas ya sea doméstico7, laboral8 o social, superando poco a poco las limitaciones humanas. Este potencial es especialmente evidente con el internet de las cosas (IoT, Internet of Things)9 y los wereables10, vaticinando un futuro en el que todos estaremos conectados, brindando y accediendo a información constantemente y en tiempo real. Fuera de esto, la posibilidad del biohacking11 extiende estas dinámicas a nuestros cuerpos, lo que nos provee de un futuro en el que no solo hay una terminal de Multivac a disposición de cada habitante de la Tierra, sino que cada habitante de la Tierra será en sí mismo una terminal de Multivac12. Para bien o para mal esta situación abre la puerta a un sin fin de posibilidades apenas imaginables, ofreciendo la solución a problemas que han obsesionado a la humanidad durante milenios13, o abriendo la caja de Pandora a todas las desgracias de la humanidad14.


-Nosotros llamamos igual a la nuestra. Todos los hombres llaman galaxia a su galaxia. ¿Por qué no?
-Es verdad, dado que todas son iguales.
-No todas. La raza humana debió de originarse en una galaxia en particular. Eso la vuelve distinta.
-¿Cuál es? -preguntó Zeta Prima.
-No lo sé. El AC Universal lo sabrá.
-¿Se lo preguntamos? De pronto siento curiosidad.
Las percepciones de Zeta Prima se ensancharon hasta que las galaxias se encogieron y se transformaron en un polvo nuevo y más difuso contra un fondo mucho más vasto. Cientos de miles de millones con sus seres inmortales y todas con su carga de inteligencias y con mentes que vagaban a la deriva por el espacio. Y. sin embargo, una de ellas era única, por ser la galaxia original. En el borroso y distante pasado, una de ellas había atravesado un período en el que era la única galaxia habitada por el hombre.
Zeta Prima se moría de curiosidad por ver esa galaxia, así que exclamó:
-AC Universal! ¿En qué galaxia se originó el género humano?
El AC Universal oyó, ya que en cada mundo y a través del espacio tenía sus receptores alerta y cada receptor conducía por el hiperespacio hasta un punto desconocido donde el AC Universal se mantenía a buen recaudo.15

La historia de la Torre de Babel habla de una época de comunicación absoluta, de entendimiento total. En esa condición de comprensión completa no existiría empresa inalcanzable para la raza humana, la imaginación era el límite! Sin embargo Dios decidió confundir las lenguas, crear los idiomas y así los seres humanos se dejaron de entender y de ahí todo fue confusión, Babel. De alguna forma esta historia explica la incapacidad humana de emprender proyectos a escala global, de pensarse como especie. Esta falencia es producto de la incomunicación, de la imposibilidad de expresar de manera perfecta una idea de un grupo humano a otro, la barrera del lenguaje, la barrera idiomática y de ahí las barreras culturales y la imposibilidad de alcanzar acuerdos. “Subtlety was dangerous when you were both using a second language, coming at it from different native tongues; possibilities for misunderstanding were all too real” escribe Kim Stanley Robinson en la primera novela de su trilogía sobre la colonización de Marte, Red Mars16. En la traducción las posibilidades de malentendido más que reales son certeras, es quizás por eso que en la ficción de Asimov no existe empresa planetaria sin un lenguaje planetario: “Sprechen Sie Planetisch?”, habla Planetario? Pregunta Alec Mishnoff en la novela Espacio vital17 de Isaac Asimov, a otro ser humano, que no habla su mismo idioma (inglés), y que al igual que él viene de la Tierra, solo que de un universo paralelo, de otra Tierra posible, una cuyo desarrollo histórico había convertido al alemán y no al inglés en la lengua planetaria, salvando la situación de incomprensión solo el hecho casual de que Alec Mishnoff estudió, en su juventud, una lengua muerta: el alemán. Babel interdimensional.

“Todos están hablando japonés”, comenta un desubicado militar japonés que acaba de despertar de una hibernación de 400 años en un lejano planeta en el siglo 24 de la Tierra. “A mí me sonó a que Ud. Hablaba inglés”, responde un igualmente desubicado granjero norteamericano. “Es por un aparato que tenemos. Un traductor universal. Nos permite hablar aunque tenemos idiomas distintos”, aclara la capitana Kathryn Janeway de la nave estelar USS Voyager, protagonista de la serie televisiva Star Trek: Voyager18. El traductor universal es un dispositivo recurrente en el universo de la serie Star Trek, salvando las barreras, aveces sin mucho éxito, entre las diferentes especies inteligentes del universo. En el episodio 7 de la primera temporada de Star Trek: Enterprise una niña de escuela en Irlanda pregunta, a través de una transmisión de video pregrabada (al mejor estilo de la Estación Espacial Internacional19), cómo se comunica la tripulación con los alienígenas. Le da respuesta a la pregunta la oficial de comunicaciones Hoshi Sato, también a través de una transmisión pregrabada, contándole que para eso utilizan “un dispositivo llamado Traductor Universal”, el cual es “como un diccionario alienígena con cientos de lenguajes programados en él” y que “puede incorporar nuevos lenguajes muy rápido”, aunque “no funciona todo el tiempo y, cuando eso pasa, depende de mi tratar de traducir”20; lo que implica que en este caso el traductor universal no es infalible y aún depende, por lo menos en ciertos casos, de las habilidades de una inteligencia biológica. Por otro lado también se infiere que en la tierra no tienen, o no necesitan, un traductor universal, y que la comunicación entre humanos no presenta ningún tipo de barrera. ¿Acaso hablan planetario? Cabe resaltar que navegando el portal wiki sobre Star Trek, Memory Alpha, la serie ha explorado diferentes ideas entorno a la traducción (language file21, linguistic database22, translation algorithm23) y la universalidad de un lenguaje, o al menos de la existencia de una lengua franca (linguacode24). Babel interestelar.

En un futuro menos lejano, Kim Stanley Robinson menciona la utilización de dispositivos de inteligencia artificial portátiles que, entre otras múltiples tareas, servirían de traductores simultáneos. Es así como en la tercera entrega de su trilogía sobre la colonización de Marte, Blue Mars escribe: “So Art was no longer surprised when he was approached by people who spoke in Arabic or Hindi or some language he did not recognize, then looked him in the eye while their AI spoke in English with an accent from the BBC or Middle America or the New Delhi civil service, expressing some kind of unpredictable political sentiment25. Sin embargo, a lo largo de la trilogía describe episodios en los que se retrata un planeta políglota con asentamientos donde se entrecruzarían diferentes culturas y lenguajes pero con el inglés como lengua franca26. En otro pasaje, esta vez de la segunda entrega de la misma trilogía, Robinson narra como una serie de personajes se encontraban “chatting happily with a group standing around them, switching languages as if they were translation Ais27, siendo recurrente la visión de Marte como una sociedad plural, con multiplicidad de lenguajes y cosmovisiones, donde el intercambio es parte esencial de la construcción de la cultura marciana. Babel interplanetario.

Pero no hay dispositivo que alcance la perfección alcanzada por la entidad biológica imaginada por Douglas Adams conocida como el pez de Babel, que “es pequeño, amarillo, parece una sanguijuela y es la criatura más rara del Universo”, ya que se “alimenta de la energía de las ondas cerebrales que recibe no del que lo lleva, sino de los que están a su alrededor”. Este hábito alimenticio le permitía absorber "todas las frecuencias mentales inconscientes de dicha energía de las ondas cerebrales para nutrirse de ellas”. Lo interesante de este pez no son sus hábitos alimenticios sino sus desechos, ya que este ser “excreta en la mente del que lo lleva una matriz telepática formada de la combinación de las frecuencias del pensamiento consciente con señales nerviosas obtenidas de los centros del lenguaje del cerebro que las ha suministrado. El resultado práctico de todo esto, es que si uno se introduce un pez Babel en el oído, puede entender al instante todo lo que se diga en cualquier lenguaje. Las formas lingüísticas que se oyen en realidad, descifran la matriz de la onda cerebral introducida en la mente por el pez Babel”28. De esta manera, este ser solucionaría todo problema de incomprensión, toda incapacidad comunicativa, al instante, de manera directa y transparente. El pez de Babel se interpreta por medio de la lengua hablada, pero la traducción que realiza es de una mente a otra, el estado ideal (o más allá) del mito de Babel, estado pre-Babel. Babel telepático.

Ningún traductor es neutral, el pez de Babel metaboliza ondas cerebrales, la traducción es producto de ese metabolismo. Así como la miel es el resultado de un proceso metabólico de las abejas, vómito de abejas29, la traducción del pez de Babel serían sus heces. De la misma manera en que no se come néctar sino miel, no se escucharían las ideas alrededor del portador del pez de Babel sino las heces del mismo, de esta manera toda idea, toda expresión, sería modulada por el metabolismo de dicho pez, conveniente e improbablemente comprensible, pero definitivamente una enunciación diferente a la de origen. En el traductor universal de Star Trek tenemos el uso de linguistic database, translation algorithm y translation matrix. Igual que con el pez de Babel, el resultado es el producto de un proceso que conlleva sus propias lógicas, en este caso un tanto menos fantasiosas y más próximas a nuestra realidad, algoritmos y bases de datos. Se puede presumir, sin que el autor especifique nada al respecto, que en el caso de las novelas sobre Marte de Kim Stanley Robinson los mecanismos de la traducción son similares a los que presenciamos en nuestra cotidianidad con herramientas digitales como el traductor de Google.

En el caso de la miel lo que realiza la abeja es el proceso de digestión, convirtiendo las azúcares complejas del néctar en azúcares más simples, combinándolas con otras sustancias como polen y desechos de ácaros, una sustancia modificada y predigerida que, casulamente, resulta supremamente sencilla de metabolizar por nuestros cuerpos y los de las abejas. Haciendo una analogía con los traductores, lo que se interpreta de la comunicación es el producto de la metabolización del discurso, por el pez de Babel o por los algoritmos de las AIs traductoras de Kim Stanley Robinson, el traductor universal de Star Trek o el traductor de Google, es un discurso predigerido por una lógica propia del traductor y en cierto sentido ajena a la nuestra, a la humana. Lev Manovich escribe sobre las imágenes guardadas como archivos de computadora:

The structure of a computer image is a case in point. On the level of representation, it belongs to the side of human culture, automatically entering in dialog with other images, other cultural “semes” and “mythemes.” But on another level, it is a computer file which consist from a machine-readable header, followed by numbers representing RGB values of its pixels. On this level it enters into a dialog with other computer files. The dimensions of this dialog are not the image’s content, meanings or formal qualities, but file size, file type, type of compression used, file format and so on. In short, these dimensions are that of computer’s own cosmogony rather than of human culture.30

Las cosmogonías de las computadoras están presentes en las traducciones del traductor universal de Star Trek, las AIs traductoras de Kim Stanley Robinson y en el traductor de Google. Cada una de estas máquinas, en su particular evolución (real o ficticia), cada una supondría una cosmovisión aunque, como en las familias lingüísticas, compartiendo al menos una característica en común,que en este caso sería la lógica algorítmica. Esto se hace evidente, por ejemplo, en los diferentes lenguajes de programación, cada uno con sus comandos y sintaxis pero todos los que conozco son ineludiblemente secuenciales, incluyendo a los que aparentan no serlo. Esta especie sistema de representación de la realidad, propia de las máquinas computacionales, está en constante interacción con los sistemas de representación humanos.

Sin duda alguna la cultura humana y la cultura de la computadora se encuentra en contacto en el traductor de Google y otros traductores similares. El intercambio no se realiza sólo entre dos personas que hablan distintos idiomas, sino que primero y sobre todo se realiza entre cada interlocutor y el traductor. En este caso los traductores no comparten imaginarios con ninguno de los interlocutores, si bien la traducción puede ser satisfactoria en términos prácticos, en el fondo existiría una especie de sometimiento a la cosmogonía computacional, sometimiento directamente proporcional a la confiabilidad del traductor y al desconocimiento de la lengua del interlocutor. Babel blind trust.

¿Qué significa confiar a ciegas en las capacidades del software para resolver los problemas comunicativos de los humanos? Quizás significa confiar ciegamente en la lógica de la máquina, en sus sistema de representación, en su cosmogonía y cosmovisión . El dominio de una lengua sobre las otras significa el dominio de una visión del mundo sobre las demás, o por lo menos un intento de su imposición. La diferencia es que la cosmovisión de la máquina, sus lógicas, tienen una capacidad nunca antes vistas para entrometerse en nuestro modo de ver el mundo. “Because language is, for human beings, the primary vessel of conscious thought, particularly higher forms of thought, the technologies that restructure language tend to exert the strongest influence over our intellectual lives”, escribe Nicholas Carr en The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains31. El traductor interfiere en nuestras formas de comunicación, en nuestros intercambios culturales, y mientras tanto interfiere nuestra humanidad, nos transforma en un acto que en ocasiones parece de sometimiento.

“La última mente humana hizo una pausa antes de la fusión, oteando un espacio que incluía sólo los vestigios de una última estrella oscura rodeada de materia increíblemente fina, agitada al azar por los restos del calor que descendía asintomáticamente hacia el cero absoluto.
-AC, ¿es el fin? -preguntó el Hombre-. ¿No se puede revertir este caos para recobrar el universo? ¿No es posible?
El AC Cósmico respondió: «Aún no hay datos suficientes para dar una respuesta significativa».
La última mente humana se fusionó y sólo existió AC. En el hiperespacio.”32

La traduction ne chercherait pas à dire ceci ou cela, à transporter tel ou tel contenu, à communiquer telle charge de sens mais à remarquer l’affinitéentre les langues, à exhiber sa propre possibilité. Et cela, qui vaut pour le texte littéraire ou le texte sacré, définit peut-être l’essence même du littéraire et du sacré, à leur racine commune.33 ¿Estamos hablando aquí de lo Humano? ¿Existe una raíz común con el algoritmo? ¿Con la lengua binaria? ¿Entre lo Humano y lo Computacional? El trabajo del traductor en este caso no es encontrar lo común en los lenguajes sino crear modelos numéricos, encontrar lo que tienen los lenguajes con la cosmovisión computacional. En el ejercicio de hablar (o intentar hablar) otra lengua existe una dinámica similar a la de la traducción, una aproximación a lo común, más allá del sentido, más allá del significado. El traductor, como no lugar que son el internet y lo digital, retorna no una imagen del otro con el cual identificarse, sino que el individuo “se encuentra confrontado con una imagen de sí mismo”, una imagen que aparenta ser común pero no es otra cosa que una imagen en espejo de la propia soledad, del individuo y sus prejuicios34, el otro desaparece en la proximidad y las brechas se reducen en distancia pero aumentan en profundidad. En la comunicación total hallamos incomprensión absoluta.

“(...)»Entretanto, el pobre pez Babel, al derribar eficazmente todas las barreras de comunicación entre las diferentes razas y culturas, ha producido más guerras y más sangre que ninguna otra cosa en la historia de la creación.»”
Douglas Adams. La Guía del autoestopista galáctico. 1979





1 Isaac Asimov. El chistoso. 1956.


2 Isaac Asimov. Todos los males del mundo. 1958.


3 No sólo con Multivac, también la computadora de The Andromeda Strain, Skynet de Terminator o cualquier supercomputadora imaginada en la ciencia ficción, exceptuando quizás a Pensamiento Profundo de The Hitchhiker's Guide to the Galaxy.


4


5


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12 o también explicado:


13


14 Sólo por mencionar un ejemplo:


15 Isaac Asimov. La última pregunta. 1956.


16 Kim Stanley Robinson. Red Mars. 1992.


17 Isaac Asimov. Espacio vital. 1956


18


19


20


21 A language file was a programmed message or information in a specific language.


22 A linguistic database, linguistics bank, linguistic files, or foreign language bank was a compiled collection of known languages.


23 A translation algorithm was an algorithm within Federation Starfleet computers used to translate alien languages.


24 Linguacode was a translation matrix used during first contact scenarios, often employed when the universal translator is unable to facilitate communication. The language was developed by noted communications officer Hoshi Sato in the 2160s. (ENT: "In a Mirror, Darkly, Part II") It was generally regarded as a mode of communication that any lifeform capable of warp travel should be capable of deciphering. (Star Trek: The Motion Picture).


25 Kim Stanley Robinson. Blue Mars. 1996.


26 "Some Terrans lived in the valley too, they said— not many, but there was a Praxis program that brought up groups from smaller countries, and here in the valley they had recently welcomed some Swiss, and Greeks, and Navajo. And there was a Russian settlement down near Hell’s Gate. So they heard some different languages in the valley, but English was the lingua franca, and the first tongue of almost all of the natives. They had accents to their English that Maya had not heard before, and made odd mistakes in grammar, at least to her ear; almost every verb after the first one was in present tense, for instance. Kim Stanley Robinson. Green Mars. 1993.


27 Kim Stanley Robinson. Green Mars. 1993.


28 Douglas Adams. La Guía del autoestopista galáctico. 1979.


29


30 Lev Manovich. The Language of New Media. 2001.


31 Nicholas Carr. The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains. 2010.


32 Isaac Asimov. La última pregunta. 1956.


33 Jacques Derrida. Des Tours de Babel. 1985.


34 Marc Augé. Los no lugares. Espacios del anonimato. Antropología sobre la modernidad. 1993.

































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